martes, 10 de septiembre de 2013

Lapachos

Cuando vibra tu cuerpo
se encienden los lapachos
de agosto, florecidos
y al ser dos, 
la soledad tan nuestra
las soledades se aúnan
brota el fuego que inflama
los sentidos
y somos entonces tú y yo
la burbuja palpitante
de tu cuerpo y el mío.

domingo, 4 de agosto de 2013

Café con leche con pan y manteca, de Augusto Casola

Por José Vicente Peiró Barco, publicado en Abc Color

Café con leche con pan y manteca tiene un arranque engañoso. Su primer capítulo, “Cuando llegan las sombras”, se sujeta a la estética realista con dos páginas iniciales descriptivas y, a continuación, un diálogo en el que aparece por primera vez el protagonista: César, a la edad de ocho años. Sin embargo, nada más lejos del realismo esta nueva novela de uno de los escritores más importantes que ha dado el Paraguay, como es Augusto Casola.

/ ABC Color

Ese pasado del primer capítulo da paso a un César adulto, casado con Estela, en vísperas de la ceremonia de matrimonio de su tercera hija: Celeste. La ruta de la novela irá transportándonos a diversos episodios de su vida, siempre marcados por la preparación de la boda. Este protagonista deambula entre la fantasía y la realidad, pero representa a un ser que no se adaptó al sistema de la dictadura y no supo obtener los beneficios que merecía, sobre todo económicos, representados por una posición social al menos media, como anhelaba su esposa. Recuerda esta sensación a la que Miguel Delibes exponía en su monólogo Cinco horas con Mario, salvando las distancias históricas recientes entre España y Paraguay. En el caso de César, su no afiliación al Partido Colorado en el poder y su decisión de mantenerse al margen del arribismo político le impiden progresar y escalar.

Pero esta historia, esparcida a lo largo de los 57 capítulos de la novela, no es tan simple como hemos relatado hasta ahora. Y no exclusivamente por el salto temporal del protagonista desde el presenta hacia el futuro o el pasado. Fuera del espacio físico paraguayo, existe otro de carácter ontológico en el que un inquisidor se encarga de reunir los testimonios del matrimonio como de la amante Zoraida. Ella estuvo enamorada después de haber iniciado su relación con César. Pero es ella quien mejor lo ha conocido y revela su afición al pensamiento, puesto que Estela anda más preocupada por un papel de mater familias que le ha correspondido vivir. Este inquisidor será el encargado de suministrar al autor de la novela los datos y situaciones de los tres personajes, encadenando sus acciones con una suculenta teoría de la creación novelística y de la capacidad de conexión entre ficción y realidad. Estas reflexiones del inquisidor son un aspecto no solo fundamental en la obra, sino también un sustento esencial de su estructura y de la propia acción.

Por otro lado, encontramos un lado metafísico. El fantasma del padre de César se manifiesta en su imaginación y permite enhebrar la conexión del pasado lejano con el presente del personaje… ¿o futuro? Una conjunción temporal que ese fantasma subraya para dar pie a la verdadera realidad vivida por el protagonista. Como él mismo manifiesta: “Un muerto es una realidad estéril, prescindible”, y “no necesita de nada ni de nadie”. Es un edificio derrumbado, ante lo cual la actitud de César será la de un muerto en vida. Una existencia tediosa, ansiosa de escape. Digamos que su mundo está rodeado de sueños, deseos y anhelos rotos, hasta incluso en el aspecto económico, puesto que observa cómo se han perdido los ahorros depositados en una entidad financiera por tanta gente, episodio real acaecido en 1995.

No obstante, también existe un fondo: el de la dictadura de Stroessner. Ahí tenemos al personaje que observa su paisaje de manera distanciada. De nuevo vemos ese universo casoliano de su novela Segundo Horror. Los favores y caídas en desgracia están a la orden del día, y César es un testigo de este universo. Episodios realmente acaecidos, como el del avance de los carperos aludiendo a épocas recientes, y para ello el autor ha seleccionado recortes de prensa incluidos a lo largo de la novela; una forma gráfica de establecer la relación entre el personaje desconocido y la historia, en una marcha dinámica en la que los acontecimientos superan a los deseos.

El destino se convierte en algo incierto, informe, para lo cual se necesita un genio creador que lo ordene. Un autor que nos dice que cuando se escribe sobre las propias experiencias, esa telaraña de acontecimientos que a lo largo del tiempo moldea un espacio, termina por adjudicar al conjunto la ambigüedad de la personalidad del autor. Es por ello que la obra también ofrece toda una teoría personal sobre la creación literaria y el carácter delator de la palabra para cualquier persona. Lo escrito es una confesión y en muchos casos una redención. No sabemos si Casola pretende redimirse, pero sí trazar una novela bien escrita, personal y original con la que transmitir un proceso observado a lo largo de su vida. Su experimentalismo no es fatuo, no es un simple juego: la novela aborda tanto la inspiración (sobre todo con el personaje del inquisidor) como su composición, además de relatar acontecimientos en una atmósfera que recuerda a la de su primera novela: El Laberinto, de la que ahora se cumplen 40 años de su edición. Al fin y al cabo, César se aproxima mucho a la protagonista de aquella novela, Susana, aunque esa soledad del mundo, inaccesible, también se percibe en Estela, quien, como ella, no tiene claro el objetivo por el que lucha, y termina por aceptar las imposiciones de un matrimonio vulgar y corriente y con hijos. En esta nueva novela son César y Estela quienes se encuentran en un laberinto de la mediocridad.

Posiblemente estemos ante la novela más redonda del autor. Se traslada ese universo tan personal manifestado en otras obras como Segundo Horror o los cuentos de Firracas y pandorgas. Es Casola un creador convencido, un examinador de una realidad asfixiante que traslada a su novela Café con leche con pan y manteca, incluso con sentido del humor en ocasiones, o al menos ironizando sobre su sociedad. Como manifiesta en el prólogo, es un privilegiado que conoce la vida a plenitud. Y la tarea narrativa. De resultas de este conocimiento, nos brinda una novela culta, más amena de lo que puede pensarse al examinar su estructura, y llena de emoción dentro de un mundo abrumador y tedioso.

Editor: Alcibiades González Delvalle - alcibiades@abc.com.py

jueves, 13 de junio de 2013

Comentario de Maribel Barreto sobre CAFÉ CON LECHE

Augusto Casola nos sirve Café con Leche
para festejar
los 40 años de su primera novela

Una idea germinante centraliza el tema de la novela de Augusto Casola, cual es la muerte, a la que elude en casi todos los capítulos. El escritor al nombrarla lo hace con frases como: “entrar en ese sueño sin imágenes”  “un muerto es una realidad estéril” “atracción de la gravedad hacia el abismo” “entrar al mundo de los olvidos” “ese profundo abismo presentido” “un organismo que se extingue” “un área de tinieblas desconocidas y monstruos extraños” “una soledad completa” “un abismo sin inicio ni final del todo” “enfrentar el alcantarillado infinito y negro”. Como se ve la muerte está siempre rondando el ámbito novelístico en el que se respira un aire elegíaco.
La construcción de la geografía urbana en un antiguo barrio céntrico asunceno, las inmediaciones de las calles Paraguarí, Antequera, los antiguos nombres ya cambiados como Río Blanco, Amambay, hoy día Gaspar Rodríguez de Francia, esa construcción del espacio rescata escenas de la vida de las familias radicadas en el barrio, vecinos y conocidos. Rememora un cumpleaños infantil en el que el autor describe como se hacía la invitación para la fiesta infantil, el mismo niño recorría las casas del vecindario a invitar a sus amiguitos, todos los vecinos se conocían, se visitaban, rendían culto a la amistad y se practicaban costumbres sencillas y fraternas que demostraban lazos amistosos en una comunidad barrial. Se destaca la sencillez en el festejo, los chicos eran felices compartiendo juegos y golosinas, la vida honesta sin lujos ni demostraciones hipócritas de apariencias mentirosas. Este aspecto del costumbrismo asunceno es un recuerdo nostálgico de una ciudad que ya no existe, sumergida en el pasado. Recuerda las tertulias en las casas, moderados placeres como el tereré o el mate compartido, sentados en sus sillones cada cual frente a sus casas para refrescarse al atardecer, o las visitas de parientes u amigo que llegan de sorpresa, no se estilaba  en aquel tiempo el anuncio de visitas, se llegaba sin previo aviso y se era amablemente recibido y se compartía lo que se tenía. La gente vivía con dignidad y franqueza.
La arquitectura de esas casas de los barrios céntricos descrita con detalles; grandes aposentos unos a continuación de otros con el sanitario al final. La entrada con un portal de hierro, el zaguán con sus gradas de mármol y luego el vestíbulo; la primera habitación, situada sobre la calle, una pieza con balcones donde sus habitantes se asomaban para observar lo que sucedía en la calle y desde allí conversaba con los vecinos y conocidos que transitaban por la acera. En  fin la vida que describe Casola envolvía los mandados para el almacén, la panadería, los paseos con la madre por la calle Palma, un espacio de cruces y encuentros, los juegos de trompo y bolita, el intercambio de figuritas:
“…ya no es la Asunción amada de jazmines y naranjos, sino una medusa de mil cabezas que escupe humo y está ansiosa por devorar a los incautos ancianos que se desplazan flanqueados por esas centelleantes amenazas en que se convirtieron las calles, las avenidas, la ciudad entera” (p236)
En sus pasajes alternan armoniosamente lo nuevo y lo viejo, lo arcaico y lo moderno que se nutren mutuamente en una porosidad en movimiento y renovación. Sus relatos constituyen camino, indagación y búsqueda, que convocan al lector a configuraciones multilineales sin contorno definido entre la distancia de los recuerdos, la presencia de voces del presente y los ecos del recuerdo.



Configuración estructural. Multiforme en su construcción, Casola combina texto en prosa y en verso, alterna diálogos y largos monólogos, entrevistas de estilo periodístico junto a relatos y hasta informes, noticias de periódicos sobre acontecimientos de la época que abarca la novela, recortes de diarios que atestiguan hechos que se recuerdan en el relato.
“La década del 70 fue prodigiosa y se extendió hasta los primeros años del 80. Entonces comenzó la decadencia. El dinero fácil comenzó a escasear, se fue acabando. Algunos comenzaban a despertar de diez años de modorra para descubrir que ya no disponían de los medios suficientes para sostener el ritmo de vida, que hasta ayer nomás era lo habitual” (p197)

Maniobras del entramado. El texto alude a un fantasma que se corporiza y conversa con César, el protagonista, quien lo interpela sobre hechos ocurridos, o es el mismo César que instiga y fustiga al fantasma de su padre quien lo visita y se sienta en su sillón de mimbre, cuando la casa está a oscuras .En cada pliegue y repliegue de la realidad presentada, lo real parece escindido y ligado a lo fantástico, como si fuese un reverso de sí mismo y a su vez el de una totalidad sin fin en la reiteración de temas del tiempo, de la belleza, de la enfermedad, la memoria, el erotismo, el dolor, el poder y la muerte, pues César habla con Estela, Estela con César y consigo misma o con la hija o el hijo al que a veces, lo ve vivo y al momento su silueta se diluye en la sombra cuando reconoce que está muerto.
César flota entre su realidad matrimonial, que ya lleva décadas y la búsqueda de la felicidad en otro escenario, en encuentros con su amante, con Zoraida, con quien tiene experiencias ilusorias, de paraísos efímeros que alteran la serenidad de su conciencia despojándolo de la paz, sumergiéndolo en un estado de confusión, que borra todo intento de razonamiento que admita la veracidad de sus juicios.
El Inquisidor y el Fantasma, como ya dije, son otras tantas caretas del mismo narrador, que se desdobla y se multiplica en otros personajes para presentar las mismas ideas desde distintas aristas, contar varias veces los mismos hechos desde ángulos de visión diferentes, constituyen un buen recurso para introducir las variaciones de enfoques.
La novela carece de grandes acciones, los actantes son dueños de todas las técnicas para contar la historia desde la focalización de cada personaje y el lenguaje correcto y claro consigue cambios en perspectiva y la cosmovisión.
Varios tipos del yo narrador, esa es la novedad, el yo y su propio fantasma, el inquisidor que no es sino el relator y su propio fantasma puesto que el narrador finge tan claramente cómo consiguió la información: hace que el inquisidor investigue y le informe sobre los hechos acaecidos.
Las descripciones referenciales las hacen César y Estela, la persuasión se da por medio de palabras con ritmo agradable. El estilo en el episodio refleja el valor de las descripciones de los subtemas. Así en el episodio de la preparación de la boda de la hija, los elementos se relacionan entre sí por contigüidad, iglesia, ceremonia, preparativos, componen un conjunto coherente.
Formas intermedias del estilo directo y del estilo indirecto tienen una función emotiva. Cuando el narrador se refiere a sí mismo, es decir, se convierte en autor con la misma identidad, como cuando César es igual al autor según los capítulos que rezan: “Notas del autor"; aunque el lector debe trazar una clara línea divisoria entre la persona humana y el personaje.





La fuerza  de las ideas
Ya hice referencia que no es novela de acción, los personajes se mueven en el pasado, el padre, la madre, la amante de César, y los recuerdos de juventud de Estela.
Los personajes viven sus conflictos internos que los acompañan a lo largo de su existencia, deseos insatisfechos, errores irremediables, confesiones íntimas, fracasos, confusiones emocionales que constituyen sus propios fantasmas que se corporizan para martirizarlos. Estas confesiones se exteriorizan en monólogos que expresan machismo, subordinación conyugal, estructuras de dominación de la dictadura Stronista, esclavitudes de vicios, miserias sociales, tiranía de los mayores hacia los hijos, ingratitudes, abandonos, olvido e indiferencia hacia los ancianos.
Un clima de tristeza envuelve la novela, los personajes se cuestionan su propia existencia y la inacción para luchar por el propio bienestar y la búsqueda de la felicidad los convierte en seres taciturnos como expresa el mismo relato. Fracasados, conformistas, aún los luchadores se abandonan, dejan de batallar y se allanan a una vida gris y lo expresan con marcado cinismo. Ningún personaje es alegre, la luz, los colores se disfrutan en soledad, la música sirve como motivo de reflexión culta, no se la disfruta ni se la comparte. La felicidad se vuelve esquiva.
Por fin, diré que es una novela a ratos filosófica como en los pasajes en que se reflexiona sobre el tiempo o la muerte.

La crítica social es áspera, la voz del narrador enjuicia y condena, se sirve de la metáfora muy bien lograda en magistral alegoría refiriéndose a nuestro país.
Reflexiones sobre la era Itaipu.
“…un pueblo obnubilado por la inesperada riqueza, antes pobre pero siempre oprimido e incapaz de razonar porque las células del razonamiento se quemaron en el fuego fatuo de la codicia y el servilismo” 
Al referirse a un mitin de estudiantes universitarios convocado en la Plaza Italia se lee esta ácida reflexión sobre la dictadura de Stroesner que se mostró con “descarnada crudeza”
“…consiguió destruir todos los valores que mantienen el equilibrio entre el honor y la vergüenza, para acabar por transitar la dignidad y el honor de hombres y mujeres en una cohorte repulsiva de sumisos cortesanos dedicados a exaltar su megalomanía”(p161)
El autor cuenta del suceso de la Plaza Italia ocurrido el 28 de mayo de 1959, después vino la huelga, la persecución, la implantación del terror por parte de la “guardia urbana”, un grupo de baja ralea, hombres ruines y perversos con derecho de arrestar o de castigar a las víctimas, opositores del régimen.
En un parágrafo nos recuerda que los manifestantes de entonces eran jóvenes con ideales encendidos que portaban la antorcha de la libertad que después se extinguió a causa de la intolerancia, de la dádiva  y del terror.
De este modo describe los tiempos de la dictadura.
“El tiempo transita alrededor del enorme árbol pero no transcurre. Los años siguen siendo iguales, los días, luchas sordas y arrancan de enjambres que tratan de satisfacer al Presidente, cuyo santuario se encuentra en las ramas más altas de la estructura. De ahí hace los gestos de complacencia o disgusto suficientes para que por toda la estructura corra un temblor helado”

En el tema del amor el autor reflexiona de este modo en su entrevista con el Inquisidor.




“En mi caso la concepción del amor es algo constituido por una serie de vericuetos provenientes vaya a saber de qué lejanos atavismos que me fueron inculcados en la infancia. No soy freudiano, pero esas cosa que se escuchan, o al menos se perciben, crean raíces profundas en el ser humano. El sexo no es para mí como para muchos, la razón de ser del acercamiento. La unión sobrepasa el límite del contacto físico para adquirir ese sacrum facere, esa sacramentalidad que le confiere un sentido místico, una magia inexplicable para quien desarrolla su vida entre las márgenes de un prosaísmo crónico de nuestros días, sin imaginación, sin sueños, sin verdadera poesía” (p156)

Sobre el paso del tiempo el escritor mezcla reflexiones y sueños, que alternan en un plano en que la irrealidad invade el pensamiento, como una sucesión de historias que se superponen en la mente.

“La sensación de pérdida que le causó el sueño fue tan intensa que sintió el deslizar de una lágrimas sobre sus mejillas. No lloraba a los muertos, sino a su propia muerte, el final de su infancia, la huída de su juventud, el abandono de la madurez que cada año con mayor celeridad lo empuja hacia el abismo de una ancianidad inmisericorde, hacia el momento límite de la oscuridad y la ausencia definitivas” (p117)
En conclusión: Casola presenta después de 40 años como conmemoración de la aparición de El Laberinto, su novela  de la madurez, en que la filosofía juega un papel preponderante, la psicología presta su ayuda para la profundización de la intimidad de sus personajes.
El lenguaje conceptual preciso, las descripciones claras, las frases escasamente adjetivadas le otorgan objetividad; las instancias relevantes de realismo, magia y fantasía matizan el relato y le confieren dinamismo. La variedad de técnicas crean el ritmo, que lejos de ser cansino le proporcionan conexiones y enlaces audaces y ligeros.
Es un libro para leerlo y reflexionarlo por la profundidad de su análisis de la realidad y la firmeza ante una sociedad cambiante en que lo ilusorio tiende a extenderse sobre la realidad que se oculta a los ojos del común de la gente, en que los referentes van desapareciendo y en que los recuerdos se vuelven borrosos porque sienten el vacío de la ausencia como parte del olvido.




lunes, 10 de junio de 2013

presentación de café con leche







miércoles, 15 de mayo de 2013

SONETO POR EL DÍA DE LA MADRE

A todas las madres del mundo

Granero germinal al que no agota
el frívolo olvido de los hijos
y siempre en ellos están los ojos fijos
de madre a quien no vence la derrota.

Vence su amor y con él explota
el olvido y la indiferencia
muchas más la dolorosa ausencia
y pese a todo su sonrisa brota.

Arrullo en el dolor o la tristeza
mujer que abraza al hijo desolado
y enseña un mundo de belleza

cuando cantas tu canto alado
seguro, madre, tienes la certeza
de ángeles la inspiración, te ha llegado.

Augusto Casola

miércoles, 6 de marzo de 2013

LA PRINCESA



      Al cerrar tras de sí la enorme puerta de nogal, le acaricia el rostro la brisa  fresca que fluye del paisaje del bosque cautivo en el marco del cuadro y llega hasta sus oídos el gorgoteo incesante del arroyo al correr por el cauce donde acaba la pendiente del valle, alfombrada de florcillas multicolores sobre las que ondulan mariposas en torbellinos de luz.
      Contempló su habitación iluminada por el sol. La luz amortiguada cruza el denso cortinaje del amplio ventanal de molduras trabajadas hasta en sus mínimos detalles por las manos hábiles de los artesanos del reino.
      La Princesa percibe el halo de felicidad de ese mundo donde la metamorfosis creada por ella, da origen al  universo brillante y satisfecho que la rodea y al que alienta con los efluvios de su corazón, creando la incertidumbre extraña de sonido y luz que despierta a la vida a los juguetes, dispersos en desordenado contraste, dentro del ambiente mágico del recinto.
      Ante su presencia de hechicera, tras un breve temblor,  los pequeños seres vuelven a alentar  y se integran al reverbero  vegetal del horizonte, absorto en el tenue navegar de sus nubes.
      Los soldados de plomo desfilan en ordenada sucesión de columnas elegantes. 
      Los tamborileros enloquecen en su felicidad de latón, golpeando en frenético y descompasado ritmo los instrumentos que sostienen en  la  cintura con gruesos cinturones negros que destacan el rojo vivaz de los uniformes.
      Las muñecas, coquetas y frívolas, sentadas en un rincón, vuelven a tomar el hilo de antiguas conversaciones interrumpidas y  el saltimbanqui, todo rojo, verde y oro, evoluciona en temerarias acrobacias creando una red de  arco iris policromos al cruzar el espacio en arriesgada sucesión de pies y manos que van y vienen, cortando, con un silbido, el aire fresco y puro que brota del paisaje del cuadro  ubicado en una de las paredes de la habitación.
      De allí se extiende y cobra vida hacia el bosque pintado, el tornasol de arreboles que huye de un poniente absorto. Los árboles liberan el susurro del viento adherido a sus hojas al sobresaltarse a causa del canturreo del arroyo que se desliza y acaricia los vértices gastados de las rocas y el cantizal del fondo de su lecho.
      Es gracias a ella que el cuarto se amalgama a la magia de ese alucinante calidoscopio de colores, risas y sonidos, para crear el tiempo misterioso de vivir a través de la Princesa.
       Claro que sus padres, el Rey y la Reina, no imaginan la fantástica cosmogonía de esa galaxia secreta. La fascinación acaba ni bien algún extraño accede al recinto, que recupera de inmediato su aspecto deslucido y anodino de realidad. Los profanos ven un dormitorio infantil desordenado y un cuadro desteñido y cursi colgado de la pared.  
      Las otras habitaciones del palacio siempre despertaron miedo en la Princesa. Salones desleídos que parecen esconder la amenaza de extraños sortilegios, desdoblan en una ansiedad opresiva que la hace temblar de pies a cabeza cada vez que cruza frente a sus puertas cerradas.
      La Princesa prestó atención al golpeteo de cascos proveniente de la avenida y supo reconocer el de los caballos blancos, enjaezados en plata, ungidos a la carroza por un rico juego de correaje de cuero resplandeciente, la parafernalia adecuada para los coches destinados a transportar a los príncipes y princesas del reino.
      El traqueteo de las ruedas sobre el pavimento cesó cuando el vehículo se detuvo frente al portón del castillo y fue reemplazado por el taconeo de los botines de la Reina que resonaron urgentes dentro del silencioso corredor que conduce al aposento de la Princesa.
     Sonrió a sus amigos que uno tras otro volvieron a adoptar la máscara de juguetes comunes. Los colores fulgentes del cuadrito se replegaron hasta adquirir el tono opaco que se ofreció a los ojos de la Reina cuando abrió la puerta y tomó una mano de la niña. 
     Atravesaron el largo corredor de paredes oscuras que resudan su humedad añosa de dolor y lágrimas.
      A la entrada del castillo se accede luego de recorrer un extenso sendero - flanqueado de rosales multicolores en constante floración - que va a desembocar ante el enorme portón de hierro labrado. Allí está el carruaje, cuyo delicado diseño causó en la Princesa, como siempre que lo veía, una inexplicable sensación de placer.
      Ella misma no podría asegurar si la impresión era originada por las ruedas con engarces de piedras preciosas, por la nívea blancura de los asientos o por la espléndida sonrisa del joven paje que hace  de conductor y  de quien se sabe  secretamente enamorada.
      El la saludó con una breve pero elocuente inclinación del torso, quitándose el sombrero de plumas con el que tocaba siempre su cabeza rubia.
      Los caballos blancos, empenachados, a duras penas contenían su fogosa inquietud de caminos mientras esperaban entre relinchos y resoplidos golpeando, en breves saltos, sus cascos contra el pavimento, marcando un ritmo que recordaba al de  los alegres bailarines de mazurkas y polkas de las fiestas que eran frecuentes en los salones del Rey.
      Los otros príncipes, los que subieron a lo largo del trayecto, la llamaban a gritos, riendo entre sí y haciendo morisquetas para urgirla a acompañarlos. Ellos también iban cubiertos de esplendorosos vestidos de ricas telas coloridas, el atuendo adecuado a los príncipes y princesas de su edad.
      Giró hacia la Reina que inclinó el altivo porte para recibir un beso y luego, corriendo, la niña se dirigió al carruaje, donde la algarabía crecía por momentos.
      Su madre no pudo evitar el secarse de la mejilla la humedad de la saliva depositada con el beso y lo hizo, como de costumbre, aprovechando la distracción de la Princesa que subía a la carroza.
      Al tiempo que el paje restallaba el látigo sobre las cabezas de los corceles de blancas crines, ricamente adornadas, la Princesa volvió hacia la Reina su rostro, sonriente y mongólico y el viejo ómnibus arrancó, rumbo a la escuela de niños especiales.

domingo, 24 de febrero de 2013

PARA MÍ...


Poema de Augusto Casola


PARA MÍ…

una mujer es resumen de dulces agonías
y quebrantado trajinar de días;
es ensoñación, es grata
melancolía.

una mujer, es llanto palpitante y risa,
clamor que anuncia la partida,
burla cruel en añoranza de suspiros y abrazos
perimidos.
una mujer es carne y sangre redimida
medrada en desmedida entrega:
toda pasión hoy, después
olvido.

una mujer es Misterio en sueños concebido,
ella misma invocación extraña, incomprendida,
boca que alienta el beso de la vida
abierta en santo grito
que vierte a raudales alegría
entre sonidos de risas preteridas
tras el estruendo aterrador de sus silencios…
una mujer es quebrantando trajinar de días.

sábado, 9 de febrero de 2013

Génesis

Nos fuimos creando como dioses
enardecidos de sí mismos,
dueños de lo eterno y lo profano,
nos fuimos creando, 
como dioses.

Arcilla inane 
que aprendió a cruzar el cosmos 
de infinitos siderales, 
como dioses.

Peregrinos del sueño y la vigilia; 
por la furia del amor unidos, 
como dioses.

Abismos de soledad, 
enigma de dos mundos
al convertir lo eterno 
en santuario de lo efímero, 
nosotros, 
al crearnos uno al otro, 
como dioses.

(de A VOS, inédito)

sábado, 2 de febrero de 2013

ENTRE LA NOSTALGIA Y LA DECEPCIÓN

(Palabras de Augusto Casola en la presentación del poemario de María Eugenia Garay “MIENTRAS BRILLE LA LUNA” el 14 dic.2010)

El poeta es su obra y hay que buscarlo en ella. Ni su vida pública ni su vida privada, ni su cuerpo material, ni su personalidad, esa máscara de apariencias que exhibe para ser considerada por los demás, es el poeta. Puede ser una gran autoridad o un oscuro empleado, un soberbio señor o un humilde pueblerino, una gran dama o una simple mujer que lucha por ganarse el pan, meros accidentes carentes de importancia porque a diferencia de la prosa, que en cuanto a calidad ofrece una amplia gama de grises entre sus extremos blanco y negro, en poesía solamente existen poemas buenos o poemas malos y se distinguen los unos de los otros a simple visa, sin necesidad de recurrir a la erudición del análisis minucioso de la métrica y su juego de combinaciones numéricas.

Y si el conocimiento de la retórica es imperativo categórico para sustentar la resolución más o menos exquisita de un poema, tampoco la fría aplicación de la preceptiva es capaz de traducirse en obra de arte, si no va acompañada de la emoción que le confiere vida y le transmite ese vigor sutil del que carecen las cosas muertas a que conduce, a veces, el afán de perfección formal y logran tan sólo la aniquilación de un poema, preso en la forma de una belleza fría y marmórea, incapaz de encender las fibras del alma o despertar, en el lector, la emoción de un dolor o una alegría, la quimera del ensueño o la crudeza de una realidad pulsante y desgarradora.

Si la tristeza posee gradaciones, la melancolía, con su reverbero de recuerdos es, probablemente, la que en fugaz centelleo ofrece la posibilidad de un regusto agridulce que escuece el alma sin lastimarla ni hacerla sangrar y le permite arrebujarse en “los amplios corredores donde anidaba el viento (...)”y en la profunda gruta de mis raíces, /la casa con sus blancas balaustradas” (1).

En una dimensión fantástica, la inspiración puede crear la impresión de un connubio entre las almas que frecuentan esos andurriales de la poesía y se alimentan de la misma fuente a la que llegan por caminos tan dispares que el encuentro parecería hasta absurdo, dentro del esquema racional, pero si nos atrevemos a cruzar esos senderos ocultos e iniciáticos que el esoterismo denomina niveles de conciencia, la realidad de la razón se esfumina y queda el universo poético donde no reina la ley de la gravedad.

“Yo canto cuanto siento(...)/(...)cuando la espina del tormento/crece como una lanza de cemento,/ y hace del pensamiento golondrina” (2)

Estos versos, escritos por Luis María Martínez hace casi 50 años, pueden ser parangonados con el espíritu que estalla en los poemas de María Eugenia Garay y cuadran como marco introductorio al poemario que la autora nos entrega hoy.

En “Mientras brille la luna”, la melancolía crece con la espina punzante que atormenta hasta convertir a los pensamientos en golondrinas que hurgan los pasados días de la niñez en busca, si no de una explicación, al menos el justificativo de este transitar que por instantes nos separa más de esa ensoñación sorda de la infancia y con lanza de cemento, antes que invitar, nos obliga a recorrer esos caminos casi olvidados, desde el desolado desierto de la madurez, ya que sólo cuando nos encontramos dentro de ella podemos afirmar: “colecciono esperanzas desgastadas/para poder mentirme de que existe un cielo” (3), que se transforma de golpe en inquietud casi erótica al exclamar:

“Tengo unas ansias locas de perder
mi cuerpo en el abrazo de otro cuerpo.
Llegar hasta tus bordes turbulentos
tantear la oscura aldaba del olvido
y hurtándole el hastío a la distancia
sumergirme de vuelta en tu destino” (4)

Pero esas ansias locas, ese fuego, no van dirigidos al objeto de una pasión carnal sino a
la vieja casona de los abuelos a la que se entrega sin retaceos, al percibir cómo ante ella

“Se abre como un racimo de cristal el tiempo
y al final de la senda se esfumina la ausencia
vuelvo a escuchar: entonces el familiar ladrido de mi perro
estalla en los suburbios del olvido(...)” (5)

María Eugenia Garay divide el poemario en siete partes, de las cuales las 3 primeras dedica a rememorar la casa donde transcurrieron días de su infancia y su primera adolescencia cuando era “(...) La niña que habitaba/entre flores de coco los eneros” (6), o vuelve  “a ser la adolescente de las mágicas siestas, (...) en un día de setiembre que se varó en el tiempo” (7)

Camina sonámbula cuando quiere “desde la agreste hondura del recuerdo/regresar a la casa tan amada/(...)después de hacer añicos vaticinios/hallar por fin, ese jaguar celeste/que desde hace tanto tiempo/se infiltra en nebulosas madrugadas” (8)

Y aquí me detuve al recordar aquel poema del poeta finlandés Elmer Diktonius “El jaguar” donde expresa lo que generalmente los poetas dicen sin decir, tan bien expuesto por él, cuando exclama: “Morder es una obligación mientras el mordisco da vida/rasgar es un deber sagrado mientras hieda lo podrido (...)/Así somos los dos, mi poema y yo: una zarpa./Somos una voluntad los dos, unas fauces, un diente/ (...)una máquina que golpea” (9)

El grupo 4 “De mi boca a tus besos” pareciera ser un intermezzo colorido en que la pluma de la autora se trasforma en pincel y pinta con el recurso de los colores del impresionismo de Manet, Gauguin, Van Gogh o Renoir, que ya no abandona  y donde inicia también una etapa de descreimiento y desencanto que linda con el nihilismo:

“Nos hicieron confiar en los Oráculos,
cuyo lenguaje místico, jamás reconocimos.
Y si por obra de un ensalmo mágico ganábamos de pronto la partida
nuestro premio sería, llegar a trascender
la condición humana, y vencer a la muerte
en contra de certeros vaticinios” (10)

Este nihilismo, ese desencanto, ya no se apartan de los poemas restantes de la poetisa; al contrario, crece la fuerza sin condescendencia del desencanto y concentra su pensamiento en el destino natural al que está condenada cualquier especie y si dudar, alza la voz para aniquilar las quimeras de una fe falaz, inventada para engatusar incautos y expone su absurdo al desnudar el resultado de la oferta: “y al ganarle a los dioses la partida,/en vez de retornar de vuelta al polvo/ a ser ceniza en la herrumbrada niebla,/vivir eternamente, allá en lo ingrávido/de un cielo falsamente prometido” (11)

Ya entre los últimos poemas, “Regreso a Itaca”,  la autora expresa cierta condescendencia hacia el pasado –que de cualquier manera es irreversible, pero con la madurez de los ojos que tras verlo todo, es capaz de comprender y perdonar y,  más que nada, perdonarse tras el largo y tormentoso viaje de ida y vuelta en la búsqueda inútil del tiempo perdido, convertido en reflexión hacia la vida, la cual a pesar de los engaños y desengaños, pareciera una aventura que valió la pena ser vivida. María Eugenia Garay lo manifiesta en estas palabras:

“Hoy regreso a la Isla que me existe por dentro.
Vuelvo de la nostalgia, del amor, del desvelo.
En mi boca hay resabios de pasiones y besos.
Mi piel fue burilada por manos de alfareros.
En resoles de estío me consumió el deseo.
He amado, he sido amada por torrentes de fuego.
Vuelvo de la aventura, de perseguir quimeras,
de robarme la luna y de encender luceros.
Vuelvo desde el dolor, desde las despedidas,
desde la larga ausencia, desde los altos cerros.
Ya no traigo equipaje, porque nada atesoro
y sé que nada existe que no lo herrumbre el tiempo.
Retorno al sitio exacto de donde una vez partí
sin saber que la vida
era tan solo el sueño engañoso de otro sueño.
Ahora, diviso la isla, la irreverente Itaca
de mitos y misterios, que se yergue impertérrita
igual, igual que entonces, en la mitad turquesa
y profunda, del océano.”

Este es un poemario de reminiscencias y sus raíces están asentadas en el caserón que nos cobija y sirve de escenario a la presentación de la obra “Mientras brille la luna”, de la poetisa María Eugenia Garay, que amablemente me solicitó dijera unas palabras con relación a ésta su última creación.  

Notas al pié:
1 Calles empedradas
2 Martínez, Luís María: Arder, es la palabra. Editorial De Luxe, Asunción 1966.
3 Esquivo muro
4 Sed extraña
5 Racimo de cristal
6 Abolición del tiempo
7 Algo de setiembre
8 Jaguar celeste
9 Diktonius Elmer “Crea, creador, Biblioteca Golpe de Dados, Traducción de Francisco J. Uriz, Zaragoza 2003.
10 Cenizas
11 Condición humana
Obs: El poemario fue presentado en el Museo de Arte Sacro, antigua casona a la que se hace referencia en éste libro y, que perteneciera a los abuelos maternos de María Eugenia.

Curriculum Bio - bibliográfico


DATOS PERSONALES

Nombres y apellidos
 Augusto Casola
Fecha de nacimiento,  ciudad
30 de marzo de 1944, Asunción
Domicilio
Rca. de Colombia N° 384
Teléfono
Cel           (0961) 611242 / (0991)719445
e-mail: augusto.casola@gmail.com


OBRAS PUBLICADAS:

El laberinto (novela, 1972. 1er. Premio concurso PEN Club de Paraguay y Cámara Paraguaya del Libro)
27 Silencios (poesía, 1975)
La catedral sumergida (cuentos, 1984)
Tierra de nadie -  ninguém (novela, 2000)
Segundo horror (novela, 2001. 1er. Premio “Roque Gaona 2001”)
Tiempo (poesía, 2002)
Masonería y profanidad (ensayos, 2005)
Firracas y Pandorgas (cuentos, 2006)
El Stradivarius (cuentos, 2009)
Ese pedazo de tierra mío (poesía, 2010)
La masonería esotérica
Cámara de Aprendiz (ensayo, 2011)
Luis María Martínez,                                                          
Obrero de la palabra (ensayo, 2012)

Recuerdos de la Plaza Uruguaya (ensayo, 2012)

Augusto Casola es miembro del PEN Club del Paraguay, entidad que reúne a Poetas, Ensayistas y Narradores, desde 1973. Ocupó los cargos de Tesorero, Secretario General y Presidente (2001-2007). Es además socio fundador de la Sociedad de Escritores del Paraguay (SEP).

Tiene varios cuentos premiados como ser “El padre del luisón” (Cuento. Instituto Nacional del Libro Español, INLE, 1972). Todas las mujeres, Elvira” (Cuento. Mención  Cooperativa Universitaria, 1986), “La princesa” (Cuento. 1er. Premio Cooperativa Universitaria, 1992), “El muerto” (Cuento. 1ª. Mención  del 4° concurso del club Centenario, 1994),  El tercer día (Cuento. 1er. Premio del 13er Concurso del club Centenario, 2007), así como el ensayo El pensamiento de José de San Martín” (Mención en el concurso organizado por el Instituto Sanmartiniano del Paraguay y la Academia de la Historia.1991).

Augusto Casola aparece en varias revistas y antologías nacionales y extranjeras: “Narraciones hispanoamericanas de tradición oral” (España, 1972), El cuento. Revista de Imaginación. (México, 1977), dirigida por el escritor Edmundo Valadés. “Cuentos” (Cooperativa Universitaria, 1986), “Estudios” Revista de cultura dirigida por el poeta Luis María Martínez,Narrativa paraguaya. 1980 -1990 (de Guido Rodríguez Alcalá y María Elena Villagra, 1992), “Poesía paraguaya de ayer y de hoy” y “Narrativa paraguaya de ayer y de hoy”(de Teresa Méndez – Faith, 1ª. y 2ª. Ediciones. (1998, 1999), “Muestra de la Poesía de hoy en el Paraguay” (Fondo Editor de la SEP, 2001), Cuentos paraguayos, 100 años de creación del diario Ultima Hora. 2003, “Antología de la Literatura Paraguaya de Teresa Méndez-Faith, 3ª. Edición. (2004), La poesía social en el Paraguay. Antología, (2006) de Luís María Martínez, así como en los números editados de la “Revista del PEN Club del Paraguay en sus diferentes Épocas y en el Portal preparado por el escritor y crítico español J. V. Peiró Barco, www.cervantesvirtual.com/portal/paraguay, el portal de Edu Pratt, www.portalguarani.com  o en uno nuevo donde hicieron una muy linda reedición virtual de algunas de sus obras: http://www.ellibrototal.com/ltotal.   
 Más recientemente, aparecen obras suyas en Crónicas y ensayos paraguayos de ayer y de hoy, del cual es a la vez prologuista (2009) y Antología del cuento infanto-juvenil (2011), ambas de Teresa Méndez-Faith; Antología Cuentos del Paraguay del Instituto cubano del libro (2010) y en la revista Scriptura de la Facultad de Letras de la Universidad de Lleida, España  (2010)

Jurado

Actuó como jurado de los siguientes premios nacionales:
  • Premio FONDEC, (2002 y 2003).
  • Premio “Dr. Jorge Ritter” 2001 de cuentos, organizado por COOMECIPAR (2001),
  • Premio Municipal, organizado por la Municipalidad de Asunción. 2004.
  • Premio Bienio 2000/2002 y 2002/2004 organizados por el PEN Club del Paraguay y el Instituto Cultural Paraguayo-Alemán (ICPA) “Goethe Zentrum.
  • Premio Promoción 2004, organizado por el PEN Club del Paraguay y la Editorial Arandurã.
  • Premio “Roque Gaona” 2002 y 2004, organizado por Fénix S.A. de Seguros y la  Sociedad de Escritores del Paraguay (SEP).
  • Concurso Narrativa del programa leamos. Biblioteca para todos, 2009, organizado por la empresa British American Tobacco, para los niveles de Educación Escolar Básica (EEB) y Educación Media (EM), en el Departamento Central.

Encuentros, tertulias, lecturas

·        1ª. Feria de Escritores organizado por la ONG  Orbis Tertius y el Centro Cultural de España “Juan de Salazar”. 2001.

·        Panel Narrativa Paraguaya organizada por el Centro Cultural de España “Juan de Salazar” y el Grupo Literario Internacional de Chololó.  2001.

·        Panel para la presentación de la novela “Segundo Horror”, invitado por la Biblioteca Nacional de Buenos Aires. 2002.

·        Lectura de poemas como parte de las actividades organizadas por la Universidad CatólicaNuestra Señora de la Asunción” y el grupo “Generación del 90. 2002.

·        Encuentro de escritores del MERCOSUR, organizado por la Sociedad de Escritores del Paraguay (SEP). Moderador. 2002.

·        Panelista del 23er Simposio Internacional de Literatura, organizado por la Universidad de Wentminster, California y la Embajada Argentina. 2003.

·        Tertulia en Homenaje a Josefina Plá. Centro Cultural de España “Juan de Salazar”. 2003.

·        Diálogo con escritores, organizado por el PEN Club del Paraguay y el Instituto Cultural Paraguayo alemán  “Goethe Zentrum” 2003.

·        Participante de  la tertulia  de poesía ecuatoriana, organizada por la ONG  Orbis Tertius en el ciclo “Vino, chipa y poesía”. 2003.

·        Participante de  la tertulia Pre-textos. IV Edición, organizada por la ONG  Orbis Tertius. 2004.

·        Invitado como representante del PEN Club del Paraguay en el Forum 2004. El poder de la palabra” realizado en Barcelona. 2004.

·        Panelista de la Feria del Libro de Buenos Aires con el Tema: La obra de Gabriel Casaccia a través de sus personajes. 2007.

·        Panelista de la Feria del Libro de Buenos Aires con el Tema: El erotismo en la poesía femenina del Paraguay. 2009.

Talleres


  • Instructor del Taller de Cuento Breve en el Centro Cultural de España Juan de Salazar (CCEJS . 2008).
  • Instructor del Taller de Relato Breve en el Centro Cultural de España Juan de Salazar (CCEJS. 2009).
  • Instructor del módulo Retórica y Poética (preceptiva), de la Escuela de Escritores de la editorial El Lector (2009).
  • Instructor de 2 Talleres de Redacción desarrollados en Itaipú Binacional (2001).
  • Instructor del Taller de Redacción organizado por la editorial El Lector (2009).